¿Y si adoptamos una rutina cosmética y de cuidado de la piel más responsable?
Es posible gracias a la slow cosmética. Te contamos más.
Desde hace varios años, la tendencia es a la desaceleración. Se habla de « slow fashion » (moda lenta), « slow life » (vida lenta) e incluso de « Slow cosmetics » (cosmética lenta). Esto se explica por un cambio en el consumo, más responsable. Por ejemplo, la ropa de « fast fashion » (moda rápida) se cambia por artículos fabricados con materiales naturales y producidos en buenas condiciones laborales y ecológicas. También podemos cambiar nuestro estilo de vida, tomándonos tiempo para vivir, centrándonos en lo esencial y reduciendo el consumo innecesario con la « slow life ». O puedes cambiar por completo tu rutina de belleza con la slow cosmética.
¿Qué es la slow cosmética ?
La slow cosmética es un movimiento que aboga por la vuelta al uso de productos naturales y saludables, sin envases de plástico y con la mirada puesta en la tendencia de residuo cero.
Está claro que consumimos con sentido común y apostamos por productos éticos. Con el tiempo, muchas marcas han adoptado la slow cosmética. Como resultado, ahora es posible encontrar productos de belleza y cuidado sólidos, elaborados con productos naturales y sin colorantes ni disruptores endocrinos. También puedes elegir productos no contaminantes, ecológicos y eco-responsables o incluso caseros. Sí, es posible fabricar tu propio champú, gel de ducha o incluso aceite facial.
La slow cosmética también implica prestar atención a los envases, evitar el plástico y favorecer los productos con envases responsables, biodegradables o incluso reutilizables. Por ejemplo, los discos de algodón desechables se sustituyen por discos desmaquillantes reutilizables. El objetivo de la slow cosmética es reducir los residuos, consumir mejor, cuidar la salud y reducir los daños causados por la industria cosmética.